10 febrero 2016

DESARROLLO O NEGACIONISMO

DESARROLLO O NEGACIONISMO

Ya en otras oportunidades, sea en forma escrita o en conversaciones con empresarios (particularmente PYME) hemos hecho referencia a la aceleración del ciclo de vida de un producto.

Esa aceleración se debe a la necesidad del capitalismo de mantener, como dice Marx, la inmensa masa de mercancías” siempre en el límite de una “obsolescencia programada” basada en los desarrollos tecnológicos de todo tipo y que han dado en llamar “una nueva revolución industrial”.

Sin embargo, si algo define la organización capitalista de producción es el movimiento y dada las “crisis recurrentes” en que éste cae (diríamos de modo ya casi cotidiano) la competencia inter capitalista obliga necesariamente a acelerar los tiempos de vida de los productos de modo tal de estar siempre un paso adelante y a una distancia lo suficientemente segura que evite ser arrollado por su inmediato competidor.

Para la mayoría de las PYME argentinas éste fenómeno parece ser exótico, digno de la imaginación de “Julio Verne” criollo el cual mezcla la realidad con la fantasía.

Es natural.

Después de muchos años de convivir en una economía cerrada, incluso al conocimiento de lo que sucedía en el resto del mundo, la sola convocatoria a reflexionar sobre el impacto que habrá de tener sobre la economía argentina en general y sobre las PYME en particular un nuevo caso “Lehman Brothers – 2008) ahora protagonizado nada menos que por el Deutsche Bank y que no es más que el “epifenómeno” primero de una deflación en China y de una recesión en Europa que ya asoma en los EEUU (obligando a la Reserva Federal a no subir las tasas de interés y debilitar al dólar).

Deflación china (crecerá un 4% aproximado anual en lugar de a una tasa del 6%), recesión (mundial ¿podríamos decir?) genera la necesidad de que la transformación tecnológica en curso (ya sea en los métodos de producción o en los insumos y materias primas que se utilizan o en las nuevas versiones de productos finales que sintetizan todas las transformaciones) acelere su irrupción en el mercado. Hay que desplazar competidores en un mundo en estado de letargo.

Pero como siempre señalamos, la crisis en sí misma no es lo importante (el capitalismo, como ya señalamos las vive de modo cotidiano) sino la post crisis. Se trata de responder- en particular para las PYME- la pregunta, ya sea a título personal o a un nivel más general: ¿cuál ha de ser mi lugar en la post crisis? ¿Podré pasar ésta etapa de “vibraciones (como le gusta llamar a las crisis un importante ex funcionario de la administración anterior) que va cribando, separando, seleccionando de modo darwiniano e instalarme en el porvenir?.

La aceleración de la “obsolescencia programada” y la mala calidad de la inversión desarrollada por la gran mayoría de los empresarios PYME (no digo todos, porque hay una selecta minoría que lo ha hecho de modo más que adecuado) hacen que abordar el mercado externo con ésta estructura industrial sea por lo menos una utopía, casi en el borde del “shakespereano” “Sueño de una noche de verano”.

Pero a éstas cuestiones (no me gusta llamarlos problemas) se suma, por parte de una alta cantidad de PYMES, la escasa propensión a la innovación y lo que es más complejo, la permanente visión "cortoplacista”, (cuyo fundamento puede ubicarse en la propia historia económica argentina) que no logra ser superada salvo por aquellos que poseen una visión de más largo plazo, una visión que podríamos llamar estratégica.

En el presente, las PYME asisten a dos fenómenos que parecen contradictorios pero que son típicos de la dinámica capitalista: mayor velocidad en el ciclo de producto y la necesidad de una visión estratégica para decidir inversiones. El corto y el largo plazo se conjugan de tal modo que su comprensión se hace muy difícil.

Las empresas, incluso las PYME, deben invertir hoy de tal modo de estar siempre por delante de las transformaciones permanentes de la dinámica capitalista.

Se trata de un ejercicio “gimnástico” que requiere una fortaleza singular para los Empresarios PYME; fortaleza que ha sido virtualmente atrofiada por la recurrencia a cerrarse sobre si mismos (un solo ejemplo: ¿Cuántas PYME están dispuestas a hacer una emisión de acciones y abrir su capital incorporando el control externo?)

Esa “atrofia” se vio reforzada por una política económica desarrollada durante los últimos 12 años que genera una inercia que hace que muchos empresarios PYME prefieran retornar al pasado, pese a que la sociedad parece haberse expresado en otros términos que se pretenden negar.

Como en otras muchas vicisitudes de la historia de la humanidad, los “negacionistas” siempre terminaron constituyendo una minoría donde primó el fanatismo y la venganza casi siempre con algún grado de crueldad expresada de las formas más diversas ya sea material o simbólica. Mientras tanto, la historia siguió su curso y reforzó aún más se imagen anacrónica.

Nunca hay que olvidar el pasaje bíblico de la mujer de Lot.

En la dinámica capitalista no es posible expresar nostalgia por lo que se deja detrás. Quien, como la mujer de Lot lo hace, queda inmediatamente convertida en una estatua de sal.

Nos convertimos en estatuas y nos inmovilizamos al futuro cuando dejamos de caminar hacia adelante por mirar hacia atrás. La mujer de Lot se convierte en una estatua, de lo que sea,  es la representación perfecta de lo que sucede cuando miramos al pasado: nos paralizamos.

El capitalismo es movimiento. Nunca una estatua.


Buenos Aires, 10 de febrero de 2016

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